Aunque por lo general a los diseñadores web, y en especial a los gráficos, se nos tache de elitistas, ególatras y sabelotodos, también tenemos nuestro «corazoncito»; y como todos, también somos susceptibles de sufrir grandes desilusiones profesionales. Ya suficiente daño le hacemos a nuestro corazón con el estilo de vida sedentario al que nos inclina las horas y horas que tenemos que pasar sentados frente al monitor, como para seguir golpeándolo aún más con nuevas desilusiones y frustraciones profesionales. Es por ello que invito a los lectores a seguir estos simples consejos para no morir de amor en esta profesión de diseñadores que hemos escogido:

1. Nunca te enamores de un diseño antes de ser aprobado

Como suele suceder en el amor, los diseñadores también somos propensos a ilusionarnos rápidamente con nuestros diseños, aun antes de ser aprobados, cosa que es comprensible si tomamos en cuenta que cada línea, curva, color, ubicación, imagen o dimensión de nuestro diseño ha sido producto de largas y reflexivas decisiones creativas, sin embargo, debemos estar preparados a sufrir alguna que otra negativa rotunda de parte del cliente, obligándonos a descartar completamente ese diseño que tanto nos gustaba.

2. Hazte a la idea de que tu diseño cambiará

Solo uno de cada diez diseños corre con la suerte de ser implementado bajo el 100% de las premisas originales del diseñador, los otros 9 irremediablemente sufrirán cambios en distintas escalas y, para ser sinceros, la mayoría de las veces los diseñadores sabemos de antemano todos los posibles «cuellos de botella» que enfrentará nuestra propuesta. Por tanto debemos estar siempre anímicamente preparados, en primer lugar, para luchar por que no se pierda la intención original de nuestro diseño y, en segundo lugar, para tomar de la mejor manera las observaciones y ajustes que tendremos que hacerle al mismo.

3. Prepárate a recibir observaciones sin fundamento

Lamentablemente llegarán proyectos y diseños donde ninguna teoría del color, criterios de usabilidad y composición, consideraciones SEO o seminarios de desarrollo web a los que hayamos asistido, podrán servirnos de mucho para luchar contra observaciones y críticas meramente de criterio y gusto personal de nuestro jefe y/o cliente, por lo que debemos estar preparados a enfrentar algunos de esos días de completa impotencia creativa que nos tiene preparado el destino.

4. Debes aprender a manejar la desilusión de los demás

El problema con los diseñadores es que, a menudo, nos tomamos muy a pecho los desatinos de nuestros diseños, lo que ocasiona que nos sintamos confundidos, frustrados y hasta ofendidos cuando no logramos superar las expectativas del cliente y no alcanzamos a ver en su rostro esos gestos de satisfacción y felicidad que tanto nos agrada provocar. Los diseñadores debemos aprender a aceptar los hechos impersonalmente, sin dramatismo y con toda la objetividad del caso, no siempre podremos cumplir las expectativas a la primera, no siempre el cliente entenderá nuestro concepto experimental, no siempre esperará diseños minimalistas, no siempre esperará diseños coloridos, no siempre habremos entendido a cabalidad sus intenciones, no siempre él habrá podido explicar lo que quiere correctamente. En fin... no siempre le gustará nuestra propuesta.

5. Debes superar el hecho de los créditos perdidos

Más de una vez nadie sabrá que tú lo diseñaste, más de una vez tu jefe se llevará los créditos de tu diseño (porque ni siquiera alcanzaste a conocer al cliente), más de una vez algún gerente le dirá al presidente de la empresa que él fue el director creativo del diseño, más de una vez te dirán «tu no hiciste ese diseño», más de una vez te intentarán relegar a un simple autómata operador de Photoshop, más de una vez… Entonces, qué te puedo decir, ni aún siendo freelance podrás garantizar totalmente los créditos creativos de todos tus diseños. Pero para esto no hay mejor medicina que mantenerte actualizado y promover constantemente tu portafolio online con todos tus diseños.


Tomado de  =
http://foroalfa.org/es/noticia/15/5_consejos_para_cuidar_tu_corazon_de_disenador
Diseñar es una manera de imaginar el futuro.
Es una forma de renovar el entorno.
Es una misión que nos compete
Es unas ganas de crear
Es una maravilla de vivir!!

Feliz Dia!!!

EL AFICIONADO


-Escuché un rumor -dijo Sangstrom-que dice que usted--... Giró su cabeza y miró alrededor para estar absolutamente seguro de que él y el boticario estaban solos en la pequeña farmacia. El boticario era un hombre pequeño, encorvado y con apariencia de gnomo y podía tener cualquier edad entre los cincuenta y los cien años. Estaban solos, pero en todo caso Sangstrom bajó la voz-... que dice que usted tiene un veneno completamente indetectable.
El farmacéutico asintió. Salió del mostrador y cerró la puerta principal del negocio, luego caminó hacia el vano de la puerta detrás del mostrador. -Iba a tomar una taza de café -dijo. Venga conmigo y tómese una.
Sangstrom lo siguió por detrás del mostrador y pasó la puerta hacia una habitación rodeada por estantes llenos de botellas desde el suelo hasta el techo. El boticario enchufó una cafetera eléctrica, cogió dos tazas y las colocó sobre una mesa que tenía una silla a cada lado. Le indicó a Sangstrom que tomara una de ellas y se sentó en la otra. -Ahora -dijo- cuénteme a quién quiere matar y por qué.
-¿Acaso importa? -preguntó Sangstrom. No es suficiente con que yo pague por...
El farmacéutico lo interrumpió levantando la mano. -Sí, importa. Debo estar convencido de que merece lo que yo le puedo dar. De otro modo-. Se encogió de hombros.
-Está bien -dijo Sangstrom. El quién es mi esposa. El porqué-. Comenzó la larga historia. Antes de que hubiera terminado, la cafetera había acabado su trabajo y el boticario lo interrumpió brevemente para alcanzar el café. Sangstrom concluyó su historia.
El pequeño farmacéutico asintió. -Sí, ocasionalmente preparo un veneno indetectable. Lo hago gratis. No cobro por él si creo que el caso lo merece. He ayudado a muchos asesinos.
-Bueno, -dijo Sangstrom- entonces démelo por favor.
El boticario sonrió. -Ya lo hice. Para cuando estuvo el café había decidido que usted lo merecía. Era, como le dije, gratis. Pero hay un precio por el antídoto.
Sangstrom palideció. Pero ya había anticipado -no esto sino la posibilidad de una traición o alguna especie de chantaje. Sacó una pistola de su bolsillo.
El pequeño farmacéutico dejó escapar una risita. -No se atreva a usar eso. ¿Puede encontrar el antídoto -señaló los estantes- entre esas miles de botellas? ¿O quizás encuentre un veneno más rápido y virulento? O si cree que estoy mintiendo, que en realidad no está envenenado, adelante, dispare. Sabrá la respuesta dentro de tres horas cuando el veneno empiece a hacer efecto.
-¿Cuánto quiere por el antídoto? -gruñó Sangstrom.
-Una suma razonable, mil dólares. Después de todo, uno tiene que vivir de algo; incluso si su afición es impedir asesinatos, no hay razón por la cual no pueda sacar dinero de ello, ¿o sí?
Sangstrom refunfuñó y bajó la pistola, pero la dejó al alcance de la mano y sacó su billetera. Tal vez después de tener el antídoto todavía podría usar esa pistola. Contó mil dólares en billetes de cien y los colocó sobre la mesa.
El boticario no intentó levantarlos inmediatamente. Dijo: -Y otra cosa -por la seguridad de su esposa y la mía. Escribirá una confesión de su intención - intención que ya no tiene, creo- de matar a su esposa. Luego esperará a que yo vaya y la envíe por correo a un amigo mío en el departamento de homicidios. Él la guardará como evidencia en caso de que alguna vez decida matar a su esposa. O a mí, en realidad.
-Cuando la carta esté en el correo, podré regresar con tranquilidad aquí y darle el antídoto. Le alcanzaré lápiz y papel. Ah, otra cosa - aunque en realidad no insisto en ello. Por favor ayude a esparcir el rumor sobre mi veneno indetectable, ¿quiere? Uno nunca sabe, señor Sangstrom. La vida que se salva, si uno tiene algún enemigo, puede ser la propia.

Cuento de  Fredric Brown